lunes, 2 de septiembre de 2013

PI: El Orden del Caos



Ficha técnica. 
Director: Darren Aronofsky. 
Argumento: Darren Aronofsky, Sean Gullette, Eric Watson. 
Guión: Darren Aronofsky. 
Fotografía: Matthew Libatique (B&W). 
Música: Clint Mansell. 
Productor: Eric Watson. 
Productora: Harvest Filmworks / Truth and Soul Pictures / Plantain Films (present) / Protozoa Pictures. 



Por: -axen-



Max Cohen es un matemático, que parte de tres premisas básicas: 1) La matemática es el lenguaje del mundo. 2) Todo a nuestro alrededor puede ser representado y entendido a través de los números. 3) Si se escriben esos números, los patrones emergen. Conclusión: Los patrones están en cualquier parte de la naturaleza. Y a esa ardua tarea, se dedica nuestro protagonista. A buscar el orden natural, que se esconde detrás del caos imperante en la realidad.

Pero Max no es el único que está buscando la verdad oculta. Una corredora de Walt Street y un judío numerólogo, también desean encontrar el misterio de sus universos. Debido a esto, Max se ve envuelto en una serie de incidentes, que lo llevan desde la violencia profana de la corredora, quien sólo busca predecir las alzas o caídas de la bolsa. Hasta la violencia religiosa de un grupo de judíos, quienes ven en la matemática, el poder de descifrar el nombre oculto de Dios en la Torá.

Max Cohen es entonces, un ser obseso, perseguido por ser el portador de la verdad, pero también condenado por su propio cuerpo, a pagar el precio de tan valioso objeto. Max padece migraña. Cada vez que se encuentra cerca de la solución, su mente se resiste, se ciega. Y como ha hecho de su vida, un universo cerrado, controlable, manejable y predecible; la migraña no sólo lo ataca a él, sino a todo lo que le rodea. La migraña es la resistencia del cuerpo y la realidad, a dejarse controlar por esquemas numéricos, en donde la imaginación, no tendría lugar.

A partir de esta historia -la búsqueda de la ley universal, una tarea que hace de Dios, tan sólo un número más- Aronofsky desarrolla y construye, uno de los mejores thrillers de ciencia-ficción de los últimos años. Rodado en 16 mm, en blanco y negro, y saturando hasta el máximo la iluminación; haciendo del montaje, la irrupción del caos en la perfección del universo que para Max es la vida; logrando que la banda sonora -excelente interpretación de la electrónica como patrón musical, gracias a Clint Mansell- sea la voz uniforme del dolor y la desesperación; Aronofsky consigue hacer de la matemática, el límite perfecto entre la esquizofrenia y la razón; entre el misticismo y la incredulidad; entre la ciencia y la metafísica. Razón por la cual, fue galardonado como mejor director en el Sundance Festival del año pasado.

PI deja de ser entonces, tan sólo una letra del alfabeto griego, para reivindicarse como uno de los últimos misterios de la matemática, esa ciencia exacta, que siempre se ha jactado de poder formalizar todo conocimiento. PI se transforma en discurso, para acabar con las certezas, para reflexionar sobre la ciencia, sobre la religión, o sobre el misticismo. Y sobre todo, para dejarnos grandes dudas que quizá no tengan solución: ¿si revelamos el nombre oculto de Dios, no acabaremos con su misterio?, ¿si encontramos la estructura del universo, no acabaremos con la imaginación?, ¿si algún día hallamos el valor exacto de ese extraño número, no habremos acabo con la incertidumbre que nos hace humanos?


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